Neápolis según Alejandro Dumas


          “Tomamos el mismo camino que la víspera. Pero a mitad del convento de los Capuchinos volvimos hacia la costa y atravesamos Neápolis. Nuestro guía, habiendo sido advertido de que habíamos visto las prisiones así como las catacumbas de San Juan y que desearíamos no emplear más tiempo en ellas por segunda vez, nos condujo directamente a las ruinas del palacio de Agatocles, denominadas hoy todavía la casa de los sesenta lechos.

Parque Arqueológico de Neapolis. Anfiteatro romano siracusa01 copia

          De este palacio quedan tres grandes habitaciones. Si como me lo aseguró mi guía era en aquellas tres grandes habitaciones donde estaban los sesenta lechos, la hospitalidad del magnífico siracusano debía ser semejante, en gran medida, a la del Hotel Dien. El anfiteatro, que está a algunos pasos, es una construcción romana. Los griegos, como se sabe, jamás habían apreciado tanto como el pueblo rey los combates de los gladiadores. Así que es pequeño y poco notable para cualquiera que haya visto los circos de Arlés y de Nimes, o el Coliseo de Roma.

Parque Arqueológico de Neapolis. Anfiteatro romano siracusa07 copia

          Entre el anfiteatro y el teatro están las prisiones de los Cordeleros, llamadas así porque hoy se hila allí el cáñamo. En estas prisiones es donde se encuentra la famosa cantera denominada la Oreja de Dionisio. No sé qué grado de parentesco existía entre el rey Dionisio y el rey Midas, pero creo que este debería tener alguno con el tirano de Siracusa, pues la cantera que lleva el nombre de su aparato auditivo tiene exactamente la misma forma que generalmente se concede a las orejas que el rey de Frigia había recibido de la munificencia de Apolo.

Parque Arqueológico de Neapolis. Teatro romano siracusa01 copia

          Lo que ha hecho dar a aquella cantera, cuyo origen se ignora, porque está acabada y tallada con demasiado cuidado y de una manera muy extraña para que su existencia sea debida a una simple extracción de piedra, lo que decía, ha hecho dar a esta cantera el nombre que lleva es la facultad de transmitir el menor ruido que se hace en su interior a un pequeño espacio abierto en la extremidad superior de su orificio. Este espacio pasa generalmente por las habitaciones de Dionisio. El tirano, que se entregaba a aun estudio especialísimo sobre la acústica, iba, según dicen, a escuchar allí los lamentos, las amenazas y los proyectos de venganza de sus prisioneros. No aconsejo a ningún viajero ponga en duda este punto histórico sino quiere exponerse a ser despreciado soberanamente por su cicerone.

Parque Arqueológico de Neapolis. Cuevas01 copia

          La Oreja de Dionisio está escavada en un trozo de roca tallado a pico, de una altura de veinticinco metros aproximadamente, la extremidad superior de la abertura se halla a unos quince metros, poco más o menos, lo que hacía, a mi parecer, sumamente fácil ejecutar una conspiración en Siracusa. No había más que aguardar el momento en que el tirano estuviera en sus habitaciones y retirar la escala. Me he formado, lo confieso, una idea muy mediana de los antiguos habitantes de Siracusa, cuando habiendo leído a todos los autores que han hablado de aquella ciudad, me he asegurado de que no se les había ocurrido esta idea”.

 

Parque Arqueológico de Neapolis. Cuevas04 copia

Alejandro Dumas. Sicilia en el Grand Tour. Goethe A. Dumas. Guy de Maupassant. Lecturas hispánicas. Zaragoza. 2018. pp. 337-339.

Fotos © Juan Ferrandis

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